
Dentro de la sala de juego todo es perfecto, las piezas se van desplazando de un escaque a otro. Atacando, huyendo, dando jaque, en todas direcciones, en casillas blancas, luego en negras, hasta se echan para atras, menos los peones -esos si son valientes, no gallinas-
Es un gusto enorme compartir con los amigos de siempre los lances con los que nos deleitan los maestros. Criticándo agusto en medio de nuestra ignorancia las jugadas por nosotros incomprendidas -que chapo ¿porqué no se comió ese peón? ¿qué no pierde pieza con esta?- Infames.
Los análisis infinitos en el café: todos opinando, todos metiendo mano, a veces ellas son más listas que nosotros y no se comprometen tan fácilmente.
Es increible ver, ahora que presumimos que la juventud tiende a imponerse, que los dos contendientes más viejos (Gelfand y Anand) Lideran la contienda. Eso de no olvidar al niño que todos llevamos dentro parace que si rinde frutos.
Es motivo de gran satisfacción ver que se cumple mi pronóstico y que no me equivoqué cuando puse toda mi confianza en mi ajedrecista preferido, y ver como éste sin saberlo halaga a sus fans con la victoria. La de Caissa.
Fuera de la sala de juego todo esta quieto, unas cuantas almas desangeladas van de un lado a otro sin saber que hacer, quiza no tienen boleto o quizá salieron con el corazón roto tras ver el empate de Kramnik en 13 con Grischuk.
El día anterior Kramnik había dicho que aun quedaban 4 rondas y que se esforzaría por dar lo mejor. mmm.
Entiendo la frustración de sus seguidores. Sorry.
El personaje es sin lugar a dudas Morozevich que juega a todas contra quien se le ponga enfrente, aun los aficionados que en vano buscan un autógrafo del Gran Maestro ruso. 6 partidas con definición y sólo 5 empates. Claro que si Svidler te propone un descarado cambio de damas en una posición igualada o ligeramente inferior después de 5 horas de juego, pues se acepta, como ocurrió en la ronda 10.
En fin, ¡Viva el nuevo Rey!
El Rey del Chaturanga.
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