Primera Partida
Pablo Boi, a quien se llama
también El Siracusano,
una mañana temprano
se encontró con cierta dama.
Era la joven graciosa,
de belleza singular,
de penetrante mirar
y presencia misteriosa.
La miró una y otra vez
de sus encantos prendido
y más tarde sorprendido
cuando le habló de ajedrez.
La bella desconocida
era gran aficionada
y propuso antes que nada
una amistosa partida.
Se sentaron frente a frente
del tablero a cada lado;
él un poquito escamado,
ella siempre sonriente.
Y en breve Pablo advirtió
que su adversaria jugaba
más de lo que él sospechaba
cuando la lucha empezó.
Porque, pese a su maestría
y a su esfuerzo inenarrable,
en posición favorable
no siempre el juego tenía.
Por fin, tras una celada
de esas que no hay quien resista,
el famoso ajedrecista
juzgó la lucha acabada.
Pues ganó limpia la Dama
de su adversaria en custión,
llegando a la posición
que se indica en el diagrama:
Y de la victoria en pos,
raudo como una centella,
anunció mate a la bella.
-¡Mate! -dijo-. ¡Mate en dos!
Por complicar el problema,
como cosa de fantasma,
en el tablero se plasma
una aguda estratagema.
Pronto de su boca arranca
una exclamación de espanto:
-¡Qué ha ocurrido, cielo santo,
si es negra mi Dama blanca!
En efecto, oh inconstante,
aquella pieza maldita
se pasó, cosa inaudita,
al bando del contrincante.
En tanto que sucedía
tan absurda extravagancia
ella, sin darle importancia,
se reía..., se reía...
raudo como una centella,
anunció mate a la bella.
-¡Mate! -dijo-. ¡Mate en dos!
Por complicar el problema,
como cosa de fantasma,
en el tablero se plasma
una aguda estratagema.
Pronto de su boca arranca
una exclamación de espanto:
-¡Qué ha ocurrido, cielo santo,
si es negra mi Dama blanca!
En efecto, oh inconstante,
aquella pieza maldita
se pasó, cosa inaudita,
al bando del contrincante.
En tanto que sucedía
tan absurda extravagancia
ella, sin darle importancia,
se reía..., se reía...
-No importa tal disparate
-dijo, al fin, el jugador-,
pese al cambio de color,
en dos jugadas hay mate.
Cuando estas frases oyó,
no esperadas en tal caso,
la bella, ante su fracaso,
en el aire se esfumó.
Y no hubo dudas en Pablo
al verla desaparecer:
¡Acababa de vencer
al mismísimo diablo
disfrazado de mujer!
Tomado del libro "Ajedrología" de Julio Ganzo. Por si no quedó claro, en ambas posiciones las blancas juegan y dan mate en dos jugadas. Las soluciones en los comentarios.
Start the clocks.
2 comentarios:
Diagrama 1: 1.Cxe6
Diagrama 2: 1.Cb5
Saludos cordiales.
Exelsa historia¡ romantica e intrigante¡
En hora buena
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