
En la última ronda del Torneo del Fresnillo, la partida más disputada fue la que sostuvieron Luis Alberto López Raygoza y Joseph David Roberts García, ambos de Aguascalientes, compañeros de trabajo y entrenamiento ajedrecístico, dos buenos amigos.
Los dos competidores enfrentaron la última ronda en la categoría aficionados, con la oportunidad de cobrar un premio, posiblemente hasta con un empate entre ambos.
Sin ser ajenos al ambiente corrupto en el que vivimos, se hablo de “negociar”: acordar tablas o dejarse caer alguno de los dos.
Es el ejemplo que históricamente les hemos dado: el que no tranza no avanza.
Sin embargo estos dos jóvenes de 13 y 16 años respectivamente, dieron una lección de honor a todos los presentes: se dieron la mano y comenzaron a jugar una partida titánica en donde cada avance mostraba las fieras intensiones de alcanzar la victoria, el menor indicio de duda o debilidad era aprovechado por el oponente como si en ello se fuera la vida. Cavilaciones profundas, planes sigilosamente elaborados, tácticas contundentes… y al final, el resultado brutal de la victoria y la derrota. Hermanas inseparables.
Joseph ganó con las piezas blancas y se colocó en la segunda posición del torneo haciéndose acreedor a un premio en efectivo. La frustración del derrotado es temporal, pues sabe que sólo ha perdido una partida y cada vez que un juego acaba hay una nueva oportunidad de colocar las piezas sobre el tablero y volver a comenzar. Lo que se va convirtiendo, poco a poco, en nuestra gran pasión: el Ajedrez.
No jugamos por ganar o perder, los hombres no son responsables de sus resultados, dijo alguna vez Emmanuel Lasker. Jugamos para conocernos a nosotros mismos, por ser cada día mejores, por hacer nuevos amigos y como en este caso por afianzar aun más la relación de amistad, recordemos a Spassky que pidió ser encerrado con Fischer cuando estuvo encarcelado, después de ser acérrimos rivales. Jugamos por aprender más y más acerca del don más grande que Dios nos ha dado a los hombres: la comunicación. ¿Qué es el ajedrez sino un lenguaje puro con el que mostramos y comunicamos nuestro verdadero ser?
De regreso estábamos todos contentos porque nos divertimos y además ganamos. Traíamos unos pesos en la bolsa y así logramos compartir también entre amigos los helados y cerrar con broche de oro un día Domingo.