Los hombres juegan mejor que las mujeres porque conocen muchas más combinaciones del tipo que pueden repetirse ad infinitum en casi cualquier partida, mientras que las ingenuas mujeres siempre quieren jugar de forma independiente, confiando sólo en su propia belleza, su imaginación y su temperamento, es decir, sin confiar en la vida real de las piezas de ajedrez.
David Bronstein.
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